jueves, 17 de marzo de 2011

El último

Fue perfecto. Lento, suave y cariñoso. Con el sabor salado del adiós. Exprimiendo el momento. Al abrir los ojos, al separarnos el mundo habría cambiado. Recreandonos en la despedida y el beso fue realmente eterno. Bailando una preciosa canción que hacia de banda sonora. Perfecto.

Y en ese momento cuando nuestros labios aún seguían despidiéndose, unidos en aquel triste abrazo supe que al separarnos sufriría un proceso de automutilación personal. Supe que tras de mí tendría que dejar algo más que tu olor y tu sabor, que ese momento significaría el fin de mí mismo tal y como me conocía. Lo supe y tú también. Lo supe y te dejé tomar la decisión. Te convertí en mi verdugo, mi asesino.

Esperaste un instante. Alargaste con dulzura el momento y con los ojos cerrados. Una lágrima recorrió mi mejilla y te decidiste al fin, a separarte lentamente de mí, arrebatándome el último aliento. Muy lentamente, como queriendo evitar un dolor que sabías irremediable. Muy lentamente para evitar la conciencia de que nuestros labios ya no se tocaban, alimentando la sensación todavía caliente del contacto, regalándome tu respiración.

Yo aún lo sentía sobre mí, aún tenía dentro de mí toda la felicidad compartida, las risas, los llantos, las caricias, aún me sentía, aún me pertenecía... Nuestros labios separados por pocos milímetros se agarraban a un beso aún latente en la piel, se resistían al adiós y reproducían una sensación ya inexistente, extendiendo el momento de tal modo que cuando quise darme cuenta, tu boca ya había desaparecido.

Por último, sabiéndote la responsable de mi fin, dándome tu último regalo, aceptando tu egoísta cobardía separaste tu mano de la mía con una última caricia acabando así con nuestra unión. Mientras tus dedos recorrían la palma de mi mano recordé todos los buenos y malos momentos. Cada milimétrico avance de tus dedos me transportaban a una despedida.

Cuando tus dedos acariciaron mi muñeca me encontraba envuelto en tus brazos, embriagado en tu olor, despidiéndome de la seguridad de saber que alguien mataría monstruos por mí.

Tu dedo índice me arrastró, navegando por la línea de la vida a un paisaje con sabor a sal, donde dije adiós a la risa frenética, libre y sincera.

Cuando tu pulgar coqueteó tímido con mi meñique, cada una de las ágrimas que se escapaban traviesas y furtivas de mis ojos encontraban consuelo por última vez.

Y ya para finalizar cuando nuestros dedos se resbalaron temerosos, recorriendo los últimos segundos de contacto ya sólo las yemas de nuestros corazones seguían unidas.


Entonces, la banda sonora se acabó y Sabina nos dedicó un 'nos volveremos a ver'.
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miércoles, 16 de marzo de 2011

Empatía

No conozco la definición exacta de lo que es la empatía, pero intentaré expresar lo que supone para mi.

Veo la empatía como una comunicación que solo dos personas pueden entender. Dos personas que se conocen tan bien que son capaces de comprender con profundidad el mensaje del otro. Un mensaje que no tiene por que ser verbal, basta con saber leer los gestos, expresiones, el silencio, el reconocer, comprender y apreciar los sentimientos del otro.

Es en esta habilidad donde radica el éxito y progreso de una relación. La empatía abre las puertas a la calidez emocional, a la sinceridad, al afecto, a la sensibilidad y al compromiso.

Para mí, es en la empatía donde se halla la raíz del altruismo.

http://bit.ly/ekYaor

Aquellos momentos en los que el silencio se convertía en nuestra banda sonora, en los que lo único que cruzaba el espacio eran nuestras cómplices miradas, en los que una sonrisa se mostraba y llenaba mi alma.

Aquellos momentos en los que un abrazo lo dice todo sin soltar palabra, en los que una caricia se hace notar y apacigua cualquier dolor o miedo interno.

Aquellos momentos en los que comprendia a la perefección tus sentimientos, y tu los mios.

Aquellos momentos en los que deciamos las mismas palabras, al mismo tiempo y en el mismo espacio.

Aquellos momentos en los que nuestras almas se unieron y de la mano, llegaron alo mas alto del afecto, cariño y amor humano.

Aquellos momentos en los que pese a la distancia, el vínculo que nos unía nos hacía cómplices de nuestras emociones.

Aquellos momentos de empatía.

Empatía que perdura, recordando lo bonítos que eran aquellos momentos.


#añoroaquellosmomentos :')
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lunes, 21 de febrero de 2011

Dedicado: A aquel gran ser.

No la echo de menos a ella sino a la persona que fuí cuando estabamos juntos. No echo de menos ni su olor, ni sus ojos ni su risa. Sólo echo de menos aquella parte de mí que sabía cómo ver, cómo oler y cómo escuchar. No echo de menos la felicidad que ella me dió, sino el interior que supo recibirla, plantarla y cuidarla.

Me echo de menos a mí mismo.

A aquel bucanero de su corazón que sonreía a la vida y disparaba los cañones contra lo imposible.
A aquel tontuno que se peleaba con sus sábanas.
A aquella máquina que producía sonrisas y carcajadas que afloraban desde lo más profundo del alma.
A aquel "enfant terrible" que soñaba en verso y dibujaba universos de papel.
A aquel cosmonauta que viajó por el frío espacio solo para encontrar su amor.
A aquel minero que cavó durante años un pozo buscando calor y se quedó atrapado dentro.
A aquel bombero que incendiaba más donde había fuego y rescataba sentimientos de los árboles.
A aquel viajante freudiano, devorador de sentimientos y amante de as causas perdidas.
A aquel romántico poeta enfermo de amor dispuesto nadar por las aguas del inframundo sólo para reunirse con su complemento.

Al iluso.
Al crédulo.
Al inocente.


(Espero que sepas el camino de vuelta a casa, alguien se ha comido tu rastro de miguitas)
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jueves, 17 de febrero de 2011

Huele a tú

Lo primero que respiré fue un olor suave y dulce con algunos toques de cálida bienvenida.

Con los ojos cerrados respiré el olor de la esperanza inocente e ilusa, el olor de las doncellas encerradas en grandes castillos, el olor del dolor y de la alegría más pura. El olor a largas charlas y paseos agradables. El olor a sueños inalcanzables. El olor de las idas y de los reencuentros. El olor de bellas durmientes que desean despertar.
Un olor rojo, visceral... El olor del corazón y de la sangre. El olor de las mariposas y de la risa. El olor de cuerpo. El del dolor de la tristeza que se clava en lo más profundo del ser...

El olor del amor, de sus pétalos y sus espinas
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lunes, 14 de febrero de 2011

Cuestión de minutos

En tan solo unos minutos: nacen miles de bebés en el mundo, millones de personas se abrazan y besan, cientos de miles se demuestran su cariño, cientos marcan su primer tanto, miles se acuestan juntos, cientos se regalan cosas importantes, miles hacen lo que les gusta, millones se levantan con una sonrisa...

Pero también en custión de minutos, eres capaz de destrozarte la vida, y no sólo la tuya. En cuestión de minutos te conviertes en un monstruo devorador de personalidades y arrasas con todo lo que se te pone por delante. En cuestión de minutos eres capaz de hacer llorar a alguien importante. Y en cuestión de minutos, te arrepientes.

Pero es cuestión de meses hacer que todo eso desparezca.
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sábado, 8 de enero de 2011

jueves, 6 de enero de 2011

Cuando lo bueno queda en el olvido.

Es motivo de la naturaleza humana el recordar los malos momentos sobre los buenos, ya que normalmente el aprender de lo malo nos ayudará a sobrevivir. Pero creo que existen personas cuya mejor capacidad es el olvido, es decir, olvidan tanto lo bueno como lo malo en cuestión de días. Quizás sea una gran capacidad, no lo sé, por que yo no soy así, recuerdo lo bueno y perdono lo malo, pero desde luego, no lo olvido. Y creo que una de las peores cosas que te puede suceder es caer estrepitosamente en olvido. El no ser recordado ni añorado, quiere decir que no has logrado grandes cosas por las que te recuerden.  

Muchos actos erróneos te pueden conducir a un estado de meditación profunda, es decir, te pueden rallar como nunca. Los errores se cometen para ser recordados y así aprender de ellos, cada error es una experiencia de la que uno debe sacar sus conclusiones y estar preparado por si vuelve a ocurrir. Lo digo, los errores se recuerdan, pero en mi caso, recordar es un error.